23 de diciembre de 2011

El regalo perfecto

Para desear felices fiestas a todos, he escrito este relato...


EL REGALO PERFECTO

Llevaba la bufanda roja tan apretada, casi enroscada al cuello, que la cara la tenía del mismo color y eso que aún no había salido a la calle, pero por imperativo de su madre, una bufanda no podía llevarse de otra manera, al igual que la ley indicaba que siempre había que salir al exterior como si se fuese a explorar el Polo Norte: gorro, bufanda, guantes, botas, mil capas de ropa...

A pesar de todo, Daniel salió a la calle jovial, alegre, con el corazón en carnaval a pesar de estar en pleno diciembre. La emoción le secuestraba el aliento y los latidos de su corazón. Se sentía así desde que conoció a Lucía el último septiembre, haciendo cola para montar en el único columpio del parque.

Entre risas inocentes y nerviosas y miradas destinadas a estudiar las briznas de hierba, fue creciendo entre los dos algo que en aquel momento ni ellos mismos conocían qué era. Lo único que sabían, es que cada tarde, mientras el resto de los niños tenían motivos entre la fruslería y la zarandaja para ir al parque, ellos acudían cada tarde con la excusa de los juegos, para estar juntos... unidos.

Así pasaron los días, las semanas... mientras el otoño cada vez gritaba más fuerte y hacía que en el parque oscureciese cada vez más temprano, hecho que lo convertía en un pequeño y sombrío desierto... Pero allí se encontraban ambos, tarde tras tarde, viendo revolotear las hojas mientras sus pequeños corazones también ansiaban volar...

Por eso, aquella tarde de jueves, fría y blanca como la más pura porcelana, Daniel mintió a Lucía al decirle que no podía quedar como de costumbre en el parque con ella, ya que tenía un compromiso familiar. Pero sus pasos, alegres y casi cantarines, se encaminaban a la calle principal del pueblo con el único y ansiado propósito de comprarle un regalo de Navidad.

Sus pequeños pies dejaban diminutas huellas en la nieve, hecho acrecentado por el casi baile rítmico con el que se movía, debido a su alegría, dejando un reguero, un camino apenas imperceptible... mientras el puñado de monedas que llevaba en el bolsillo tintineaban y acompasaban sus pasos. Así llegó a la calle principal, donde la gente se amontonaba a ambos lados de la calle, en las aceras, buscando a la vez el regalo perfecto y resguardo del cortante viento.

Se quedó ensimismado mirando los primeros escaparates, absorto por las luces centelleantes y el colorido tan estudiado. Indeciso, no sabía en qué tienda entrar, ya que todas parecían un reclamo al derroche. Se decidió por una que parecía menos abarrotada y que en su interior aún se podría respirar.

Ya dentro, aquello parecía otro mundo, otra galaxia... todo guionizado y siguiendo alguna guía de marketing. Lo guiaban de un lado para otro, ansiando regalos inimaginables y quedándose embobado antes el descubrimiento del siguiente artículo. Zigzagueaba de un lado a otro de la tienda al encontrar un regalo mejor que el anterior a cada segundo…

Tras unos minutos de indecisión, se quedó con tres posibles regalos. Los regalos más perfectos que había encontrado para Lucía. Sacó de su bolsillo el botín conseguido tras romper su hucha y contó lo que era una fortuna para él: setenta y cuatro centavos. Su vista recorrió cientos de kilómetros, incrédula, repasando una y otra vez los precios de los regalos que indicaban las etiquetas.

Tras un momento de desasosiego, fue dejando los artículos en sus lugares iniciales y salió de la tienda casi sin hacer ruido, cómo si pasara de puntillas por una vida que no estaba hecha a su medida…

Pero el desasosiego apenas duró un segundo y volvió a ser engullido por las luces, los gritos, risas y colorido que inundaban sus ojos y sus oídos como si fuese un medicamento contra la tristeza.

Así fue al encuentro del siguiente escaparate, pero ahora sus ojos no se centraban en ningún regalo, ya que sólo podía mirar los precios desorbitados para su poder adquisitivo.

Terminó de recorrer la calle y la sonrisa con la que empezó la tarde había desaparecido por completo y ahora sentía una gran desazón en su interior al entender que en el mundo de los mayores, su puñado de monedas apenas compraría un envoltorio adecuado.

Comenzó a andar, pesaroso y dubitativo. Ahora sus pasos no eran joviales y alegres. Simplemente los sentía de plomo, arrastrándolos como si tuviera decenas de años a sus espaldas y creando dos surcos a su paso.

Casi sin pensar o pensando tanto que ni se había dado cuenta, llegó al parque… a su querido parque. Quizás por levantarse el ánimo, decidió entrar y estar en los rincones, en los sitios en los que estaba con Lucía.

Recorrió uno de los senderos del parque mientras recordaba sensaciones y emociones que fueron borrando la tristeza acumulada en los últimos minutos. Continuó caminando hasta que llegó a una de las fuentes, la que estaba más apartada del mundanal ruido y le hizo gracia ver cómo se había formado una columna de hielo naciendo de la salida del agua.

En aquel momento, le afloró la vena de niño y salió corriendo en dirección a la fuente y casi cuando llegó a su altura, lanzó una patada a una imaginaria pelota en forma de estalactita y gritando, inmediatamente después del impacto, un sonoro gol, mientras correteaba por la pequeña plazuela, hasta que exhausto se dejó caer en un banco.

Mientras recobraba el aliento y la vida, algo llamó su atención. En uno de los laterales de la fuente, había una hermosísima rosa, frondosa y llena de color, a pesar que la negrura de la noche lo inundaba todo.

Aquello parecía un milagro, ya que seguramente en kilómetros y kilómetros no habría nada parecido, ya que cualquier atisbo floral y de vegetación, había sucumbido al frio, al hielo… a la nieve.

Aquel milagro era posible gracias a que la fuente hacía de parapeto y de sustento. Refugiaba a la rosa del frío y del viento mientras la abastecía de agua y nutrientes.

Entonces pensó que no encontraría regalo más perfecto que la rosa para Lucía y decidió, con sumo cuidado, arrancarla de aquel lugar sombrío, solitario y frío para llevarlo a otro más adecuado a su belleza.

Retomó el camino a casa ondeando la bandera de la felicidad, aunque sus manos estuvieran ocupadas transportando, acunando a la rosa y sus pasos, a pesar de la valiosa mercancía que llevaba, volvían a ser saltarines, alegres… vivos… al igual que su corazón… y su futuro.

Aquel día, Daniel aprendió que nunca había que rendirse ante las adversidades y que incluso en las situaciones más adversas, siempre hay la oportunidad de que brote, nazca algo deslumbrante…

8 de diciembre de 2011

Dama muerte


DAMA MUERTE

Silenciosa dama, muerte
que susurras tu canción a mi oído,
intentando embrujarme, cual canto de sirena,
muéstrame el camino, que yo te sigo.
Solo te pido que seas dulce y placentera,
como nadie lo ha sido conmigo.

Bella dama, muerte
que apareces a menudo ante mis ojos,
no he observado nada más bello,
y eso que he contemplado muchos tesoros.
Si hay pájaros que se suicidan lanzándose al agua,
teniendo la suerte de vivir en el cielo,
¿qué puedo hacer yo que subsisto
en el pozo más profundo de tu alma?

Cálida dama, muerte
que acaricias cada noche mi piel,
prometiéndome noches eternas.
Si este es el precio del placer,
eres la más tentadora de las ofertas.

Fría dama, muerte
que correteas por las esquinas de mi corazón,
para que se detenga quieres convencerle,
pero algún fuerte latido te ahuyenta,
y aunque sé que acudirás en otra ocasión,
¡qué larga y cruenta será la guerra!

Enemiga dama, muerte
los recuerdos hacen que tus caricias sean vanas,
el viento de mi voz tus susurros alejan,
mis lágrimas me impiden ver tu cara,
y aunque sé que al final perderé la guerra,
¿quién me impedirá ganar cien mil batallas?


Canción seducida por el post:



ELVIS COSTELLO

THE BIRDS WILL STILL BE SINGING

Summertime withers as the sun descends
He wants to kiss you. Will you condescend?
Before you wake and find a chill within your bones
Under a fine canopy of lover's dust and humourous bones
Banish all dismay
Extinguish every sorrow
Eternity stinks, my darling. That's no joke
Don't waste your precious time pretending you're
heartbroken
There will be tears and candles
Pretty words to say
Spare me lily-white lillies
With the awful perfume of decay
Banish all dismay
Extinguish every sorrow
If I'm lost or I'm forgiven
The birds will still be singing

It's so hard to tear myself away
Even when you know it's over
It's too much to say.
Banish all dismay
Extinguish every sorrow
If I'm lost or I'm forgiven
The birds will still be singing