EL AMOR ES COMO EL MAR
El amor es como el mar
me decías una y otra vez
mientras tus crecidas olas
acariciaban mis orillas
y las mías, las tuyas devoraban
pero ahora tus olas están heladas
y las mías solo encuentran tu malecón.
El amor es como el mar
me decías una y otra vez
mientras tu sonrisa y tu piel
al sol le hacían la competencia
y ahora solo escucho tu risa cruel
en esta oscuridad tan acérrima.
El amor es como el mar
me decías una y otra vez
mientras tu faro absorbente
me libraba de todo el mal
ahora la poca luz que desprendes
solo me acerca a mil precipicios.
El amor es como el mar
me decías una y otra vez
mientras en la calma del horizonte
solo existíamos tú y yo
entre el mar y alguna nube
y ahora solo soy un polizonte
que entre la oscuridad descubre
que su cárcel es el sol.
Canción seducida por el post:
MECANO
Naturaleza muerta
No ha salido el sol
y Ana y Miguel
ya prenden llama.
Ella sobre él,
hombre y mujer
deshacen la cama.
Y el mar que está loco por Ana
prefiere no mirar.
Los celos no perdonan
al agua, ni a las algas, ni a la sal.
Al amanecer
ya está Miguel
sobre su barca.
Dame un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.
Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.
No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Y llorar, y llorar y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar.
Naturaleza muerta
No ha salido el sol
y Ana y Miguel
ya prenden llama.
Ella sobre él,
hombre y mujer
deshacen la cama.
Y el mar que está loco por Ana
prefiere no mirar.
Los celos no perdonan
al agua, ni a las algas, ni a la sal.
Al amanecer
ya está Miguel
sobre su barca.
Dame un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.
Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.
No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.
Y llorar, y llorar y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar.