Siempre he pensado (soñado) que el amor era algo perfecto y que esta afirmación no permitía discusión. Así nos lo mostraban siempre, por ejemplo en la televisión, donde en películas perfectas, muchas de ellas en perfecto blanco y negro, con actores perfectos, mostraban su alegría con sonrisas perfectas, y uno, como buen soñador que es (perfecto), soñaba que algún día, el amor perfecto llegaría a mi puerto, atracaría y se quedaría allí para siempre, ya que al ser perfecto no podía ser de otra manera.
Pero llegó el primer beso… luego el primer amor… y descubrí que el amor también podía ser efímero como una tormenta en agosto.
Luego supe que el amor podía ser guerrero, como una partida de ajedrez, persiguiendo siempre un único fin y que al conseguirlo, se terminaba la partida, muchas veces sin estrechar las manos.
Tiempo después vino el amor salvaje, aquel que en lugar de heridas en el corazón, me las dejaba en la piel…
Sé que cada relación, que cada amor es muy diferente… que hay gente que se deja llevar, pasando los días como si fuesen hojas en blanco de un libro, sin nada nuevo, sin ninguna emoción. Otra que busca en el amor solo la compañía para no estar en soledad y personas que están con alguien que les lastima y somete, pero siguen al pie del cañón. Seguramente todas estas relaciones sean lícitas y entendibles, debido a la multitud de recovecos que tiene la mente humana.
Pero yo quiero un amor de verdad, sin vulgaridad, de esos que se escriben con mayúsculas (Amor), de postal idílica en amaneceres, atardeceres, tormentas, terremotos o incluso huracanes. Que cada vez que la viera, mi garganta cerrara el paso, como una frondosa arboleda lo hace con el viento. Desvivirme por hacerla sentir especial y que ella haga lo mismo por mí. No dar nada por sentado y conquistarnos cada día, cada instante. No contar los días, meses y años que estamos juntos, sino que cada día fuese el primero.
¿Es una quimera? Sí, lo sé. Ya lo sé. Hace mucho tiempo. Demasiado… Pero soy soñador e idealista y mantengo mi barca a la deriva, entre tormentas, sin remos ni timón, maltrecha y astillada como mi corazón y solo mantengo vivos mis ojos, para otear el horizonte y hallar el faro encendido que seguramente me espera.
Mikel Erentxun
Si mi celda eres tú
Incesante búsqueda
de una aguja en un pajar
otra noche en blanco más
rey, reina de mi aliento.
Tú duermes con mi libertad,
¿y con quién duermo yo?
Me siento como un huérfano
que vive a tu merced
solamente sé obedecer a tu arisco látigo
y si mi celda eres tú, yo la ocuparé.
Cargas de profundidad
de tu corazón, de tu corazón, al mío, al mío
y es como volverse a ahogar,
volver a naufragar en una lágrima.
Tú duermes con mi libertad,
¿y con quién duermo yo?
Me siento como un huérfano
que vive a tu merced
solamente sé obedecer a tu arisco látigo
y si mi celda eres tú, yo la ocuparé.