Hoy hablaré sobre las cuentas pendientes que dejamos por nuestro camino.
Hay veces que una tarea o una obligación la posponemos en el tiempo, sin ganas de realizarla, como pensando que algún duende vendrá y la realizará por nosotros. Cambiamos de trabajo, de vivienda, de amistades o de país y dejamos en cada sitio acciones sin acabar. La gran mayoría serán cosas sin importancia (devolver un libro, llamar a alguien, un café pendiente), pero habrá un puñado de esas cosas que dejaremos en el limbo, que se perderán como el viento lo hace en otoño entre las hojas de los árboles.
Esas cosas, a las que a menudo no damos importancia, son las que hacen nuestro camino por esta vida más fácil, allanan nuestro sendero, nos protegen del frío...
Hay veces que una tarea o una obligación la posponemos en el tiempo, sin ganas de realizarla, como pensando que algún duende vendrá y la realizará por nosotros. Cambiamos de trabajo, de vivienda, de amistades o de país y dejamos en cada sitio acciones sin acabar. La gran mayoría serán cosas sin importancia (devolver un libro, llamar a alguien, un café pendiente), pero habrá un puñado de esas cosas que dejaremos en el limbo, que se perderán como el viento lo hace en otoño entre las hojas de los árboles.
Esas cosas, a las que a menudo no damos importancia, son las que hacen nuestro camino por esta vida más fácil, allanan nuestro sendero, nos protegen del frío...
¿Cuáles son esas cosas? Un abrazo, una sonrisa, un "te quiero", un hombro reconfortante, un beso...
Como no sabemos cuando acabará nuestro camino, cuando colgaremos nuestras botas, ten siempre tu tintero particular vacío de esas cosas "sin importancia". Podrás dejar trabajos sin realizar, recibos sin pagar o leña sin arder, pero nunca dejes un "te quiero", un beso, un abrazo o una sonrisa en ese tintero. Porque cuando se acabe tu camino, la gente te recordará por esas pequeñas cosas, esas cosas "sin importancia".
Y esas pequeñas cosas, aún cuando ya no estés aquí, servirán a la gente para siempre, para la eternidad y tú seguirás viviendo por unos instantes en su memoria.
Regala sonrisas, reparte abrazos, roba besos, quiere, ama, pero hazlo hoy... mañana a pesar de su inmediatez puede ser tarde. Demasiado tarde.
Porque al fin y al cabo, estas pequeñas cosas son las que hacen grande nuestra vida.